jueves, 18 de septiembre de 2008

Un plan agreste para apurar lo que queda libre de litoral


Si alguien escuchó el pleno municipal que aprobó el PGOU a las puertas de la Feria, lo mismo sacó la exótica conclusión de que para levantar una ciudad moderna es imprescindible construir rascacielos (sin importar mucho dónde) y en cuanto al litoral sin urbanizar, lo mejor es acabar con la ´anomalía´.



Semejante filosofía urbanística ´del corto plazo´, dejará con una mano delante y otra detrás a las generaciones futuras, que tendrán que digerir un litoral sin espacios libres, cuando al menos se pudo haber preservado la última playa virgen (Arraijanal). Por otro lado, tendrán que bregar con unos rascacielos (y unos problemas de tráfico) situados en la inmensa mayoría en los lugares más masificados de Málaga.



Estos son, a juicio de un servidor, los grandes errores de bulto del PGOU, porque suponen un desarrollismo setentero, impropio de una Málaga que quiere abandonar la estela (ganada a pulso) de ciudad urbanísticamente agreste.



En los últimos días, la Junta de Andalucía, que tiene competencias para frenar estas propuestas tan ´poco sostenibles´, ha tendido la mano al Ayuntamiento, así que algunos nos tememos lo peor. Evitar que en Málaga vuelva a ganar la partida un urbanismo centrado en sacar de apuros financieros al Ayuntamiento no es ´impedir el desarrollo de Málaga´ sino encauzarlo por caminos más beneficiosos para la ciudad, pensando en el futuro.



Ahora es el turno de la Junta de Andalucía, así que ´suerte y al toro´ pero, para ello, habrá que arrimarse y no pegar ´la espantá´.


Alfonso Vázquez, 26/08/2008



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