lunes, 1 de septiembre de 2008

El bergantín Galveztown sigue la estela del ´rayo de Júpiter´


El próximo fin de semana una comisión norteamericana de la ciudad de San Agustín asistirá al ensamblaje de la quilla en los astilleros Nereo.



Si el contacto con el más allá no es un camelo, el general Bernardo de Gálvez tiene que estar más contento que unas pascuas, además de muy sorprendido.



Más de dos siglos después de su muerte, Málaga despierta de la pereza secular y comienza a homenajearlo como se merece. Si el viernes tendrá lugar la colocación de una lápida en su tumba, en México DF, al día siguiente la reproducción a escala del bergantín del malagueño, el Galveztown, dará un paso más hacia la botadura.



La obra, que se realiza en los veteranos astilleros Nereo de Pedregalejo, recibirá el sábado la visita de varios ´concejales´ de San Agustín, en Florida, la ciudad estadounidense más antigua habitada sin interrupción (desde que la fundó un españolito en 1565).



Esta localidad colabora en la construcción del Galveztown, además de con madera, construyendo los dos barcos auxiliares que acompañarán al bergantín.



Con motivo de la visita, a la una de la tarde del sábado se ensamblará la quilla de la embarcación, mediante la unión conocida como ´rayo de Júpiter´. Este tipo de ensamblaje es el tradicional de Pedregalejo, un barrio que cuenta con carpintería de ribera desde hace siglos. De la antigüedad de este ´rayo de Júpiter´ da buena cuenta el pecio de un barco fenicio en Mazarrón.



Con el ensamblaje de la quilla, los astilleros quieren expresar los deseos de unión y colaboración entre España y Estados Unidos; de hecho, en la ´vuelta a la vida´ del Galveztown participan numerosas instituciones de los dos países, entre ellos la Autoridad Portuaria, que atenderá a estos ´concejales´ (en realidad, un cargo similar) de San Agustín.



Por otro lado, el sábado se presentará la asociación ´Bergantín Galveztown´, que una vez construido el barco se transformará en fundación. El general Gálvez, si anda por algún lado, debe estar dando saltos de alegría. Se los merece.

Alfonso Vázquez, La Opinión de Málaga, 27/08/2008


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