Dificultades de audición, alteraciones del sueño, enfermedades psiquiátricas... la contaminación acústica puede causar problemas de salud a medio millón de malagueños. La capital y la franja litoral son las zonas más ruidosas de la provincia. Se superan los 65,7 decibelios de media.
La capital malagueña, con una media de 65,7 decibelios, supera los niveles de ruido establecidos por la OMS para evitar la contaminación acústica, de 65 decibelios durante el día y 55 por la noche, según un reciente informe de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta. En la Unión Europea, alrededor del 40% de la población está expuesta a unos niveles de ruido que exceden estos límites. Pero esta situación no sólo se produce en las grandes ciudades. Cualquier localidad, por pequeña que sea, puede también sufrir contaminación acústica. De hecho, según Francisco Soler, presidente de la asociación ´Málaga contra el ruido´, "cualquier actividad económica puede ser foco de sonidos ruidosos".
Existen zonas especiales, como ejes ferroviarios o áreas cercanas a los aeropuertos que se escapan de estos límites y, del mismo modo, entornos de centros hospitalarios, residencias de la tercera edad y colegios, donde hay que ser más silenciosos.
Y, de todos ellos, la hostelería es el sector que concentra las denuncias en este sentido, señala Soler, quien lamenta la pasividad de las administraciones por resolver este problema medioambiental, que además de perturbar el medio donde vivimos, es una causa de trastornos físicos y de desequilibrios psicológicos en las personas.
En zonas de la capital se superan los 92 decibelios en el túnel de la Alcazaba, se llega a los 80 en Cristo de la Epidemia y en el Parque y los 70 en la calle Bolivia. El Centro, pese a la peatonalización y al traslado del ´botellón´ al Paseo de los Curas, sigue siendo uno de los barrios más ruidosos. Le pueden seguir la Victoria, El Romeral o El Copo, junto a la ronda de circunvalación, aunque la instalación de pantallas acústicas ha reducido este problema.
Los miembros de la plataforma, que critican la pasividad de las administraciones y la lentitud de los órganos judiciales a la hora de dictar sentencias. "Las indemnizaciones que pueden recibir los vecinos que sufren ruido no compensan los años de calvario padecidos", concluye Soler.
La Opinión de Málaga, 24/07/2008
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