La Asociación de Monitores Medioambientales Almijara desarrolla programas de reforestación.
Comenzaron en 1987. Mucho antes de que se pusiera de moda pensar en verde; antes, incluso, del simulacro de reforestación que sucedió al invierno de las grandes inundaciones. Era un grupo de amigos aficionados a la naturaleza, a lo que antes se llamaba naturaleza y que ahora incluye un discurso más elaborado y menos ingenuo, aunque igualmente entusiasta. Por cada voluntario de la Asociación de Monitores Medioambientales Almijara existe una patrulla de árboles, una decena de colegiales responsables. Aunque las adversidades se multipliquen. Con saña, además, en algunos parajes.
Miguel Ángel Barba, miembro de la asociación, explica que el colectivo ya ha intervenido en algo más de un centenar de hectáreas de Málaga. Desde 1998, los voluntarios de Almijara asumen el proyecto de repoblación de zonas verdes, que cuenta con la financiación del Ayuntamiento. La organización colabora con diferentes administraciones, sin atender a las siglas políticas. También con empresas, que participan en el programa de apadrinamiento de árboles. Una iniciativa que ha calado, incluso, en negocios de restauración.
Toda ayuda, señala, es bienvenida. La labor del colectivo cuenta con el apoyo de colegios, instituciones y voluntarios, pero también con amenazas que van más allá de las agresiones del clima. Sobre todo, en lugares que han devenido en uno de los grandes campos de batalla del ecologismo. Es el caso de los alrededores de la desembocadura del Guadalhorce, que se han convertido en objeto de vandalismo y de desidia. En los últimos años, Almijara ha redoblado sus esfuerzos en el paraje, donde capitaliza una iniciativa destinada a arbolar una pantalla paisajística para uno de los rincones con mayor riqueza natural de Málaga. Barba expone los datos del proyecto, iniciado en noviembre de 2009.
El número de árboles plantados asciende a 1.210. De ellos, quedan en pie 1.068. El resto, ha sido víctima del deterioro natural (133) y de la desconsideración de algunos visitantes interesados en arrancarlos de cuajo y llevárselos (9), por más que cueste entender las razones, antropológicas y naturales, de su comportamiento. «Quizá haya que proponer una frontera para evitar que se llegue con vehículos hasta la entrada al paraje», señala el activista.
En la lucha contra la degradación del Guadalhorce los miembros de Almijara han logrado recabar el respaldo activo de 382 participantes, entre los que figuran alumnos de colegios públicos y entidades como Fujitsu, Sfera, Skyteam, la Consejería de Medio Ambiente o el bar Tula, de Madrid. Es un sistema parecido al que ya se puso en marcha en otros puntos de la ciudad igualmente necesitados de vegetación. Lagarillo Blanco, Hacienda Los Montes, Monte Dorado, Monte Victoria, Cerro de la Escalera, El Polvorín , La Pelusa, Hacienda Clavero o Miraflores. Todos ellos beneficiados de la acción reparadora de especies adaptadas a sus necesidades, tanto autóctonas como de buena acogida en el terreno.
¿Es sólo una cuestión de mejora del paisaje? La asociación apela a una respuesta que conviene repetir como un salmo en estos tiempos. Málaga, por su orografía, por su clima, requiere incrementar su cubierta verde, protegerse de la agresividad de las lluvias y de la erosión de los suelos, constituir una resistencia natural a las emisiones perjudiciales. Es una de las obsesiones de la parroquia ecologista, pero también de urbanistas y arquitectos. Y eso pasa por una labor infinitamente más sencilla que levantar un rascacielos. Un trabajo en el que se echan en falta más manos y padrinos.
Comenzaron en 1987. Mucho antes de que se pusiera de moda pensar en verde; antes, incluso, del simulacro de reforestación que sucedió al invierno de las grandes inundaciones. Era un grupo de amigos aficionados a la naturaleza, a lo que antes se llamaba naturaleza y que ahora incluye un discurso más elaborado y menos ingenuo, aunque igualmente entusiasta. Por cada voluntario de la Asociación de Monitores Medioambientales Almijara existe una patrulla de árboles, una decena de colegiales responsables. Aunque las adversidades se multipliquen. Con saña, además, en algunos parajes.
Miguel Ángel Barba, miembro de la asociación, explica que el colectivo ya ha intervenido en algo más de un centenar de hectáreas de Málaga. Desde 1998, los voluntarios de Almijara asumen el proyecto de repoblación de zonas verdes, que cuenta con la financiación del Ayuntamiento. La organización colabora con diferentes administraciones, sin atender a las siglas políticas. También con empresas, que participan en el programa de apadrinamiento de árboles. Una iniciativa que ha calado, incluso, en negocios de restauración.
Toda ayuda, señala, es bienvenida. La labor del colectivo cuenta con el apoyo de colegios, instituciones y voluntarios, pero también con amenazas que van más allá de las agresiones del clima. Sobre todo, en lugares que han devenido en uno de los grandes campos de batalla del ecologismo. Es el caso de los alrededores de la desembocadura del Guadalhorce, que se han convertido en objeto de vandalismo y de desidia. En los últimos años, Almijara ha redoblado sus esfuerzos en el paraje, donde capitaliza una iniciativa destinada a arbolar una pantalla paisajística para uno de los rincones con mayor riqueza natural de Málaga. Barba expone los datos del proyecto, iniciado en noviembre de 2009.
El número de árboles plantados asciende a 1.210. De ellos, quedan en pie 1.068. El resto, ha sido víctima del deterioro natural (133) y de la desconsideración de algunos visitantes interesados en arrancarlos de cuajo y llevárselos (9), por más que cueste entender las razones, antropológicas y naturales, de su comportamiento. «Quizá haya que proponer una frontera para evitar que se llegue con vehículos hasta la entrada al paraje», señala el activista.
En la lucha contra la degradación del Guadalhorce los miembros de Almijara han logrado recabar el respaldo activo de 382 participantes, entre los que figuran alumnos de colegios públicos y entidades como Fujitsu, Sfera, Skyteam, la Consejería de Medio Ambiente o el bar Tula, de Madrid. Es un sistema parecido al que ya se puso en marcha en otros puntos de la ciudad igualmente necesitados de vegetación. Lagarillo Blanco, Hacienda Los Montes, Monte Dorado, Monte Victoria, Cerro de la Escalera, El Polvorín , La Pelusa, Hacienda Clavero o Miraflores. Todos ellos beneficiados de la acción reparadora de especies adaptadas a sus necesidades, tanto autóctonas como de buena acogida en el terreno.
¿Es sólo una cuestión de mejora del paisaje? La asociación apela a una respuesta que conviene repetir como un salmo en estos tiempos. Málaga, por su orografía, por su clima, requiere incrementar su cubierta verde, protegerse de la agresividad de las lluvias y de la erosión de los suelos, constituir una resistencia natural a las emisiones perjudiciales. Es una de las obsesiones de la parroquia ecologista, pero también de urbanistas y arquitectos. Y eso pasa por una labor infinitamente más sencilla que levantar un rascacielos. Un trabajo en el que se echan en falta más manos y padrinos.
La Opinión de Málaga, 10/08/2011
Gran trabajo el que realizais.
ResponderEliminarOs invitamos a a participar en el nuevo foro que hemos creado recientemente que trata sobre las repoblaciones autóctonas con especies de la Península Iberica:
http://repoblacionautoctona.mforos.com/
Situense en el pantano de La Concepción y miren la margen izquierda...y los montes cercanos:secarral,"cuatro arboles pelaos".Desde allí mismo miren a su derecha (montes de Malaga)y comparen.¿Hasta cuando?.
ResponderEliminarBuena labor que debería hacer el propio ayuntamiento, porque esas zonas que reforestáis ahora el alcalde las vende como un triunfo suyo.
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