jueves, 22 de septiembre de 2011

El rompecabezas de reciclar un tetrabrik


Una de las claves del reciclaje consiste en diseñar productos en los que no se mezclen materiales o en los que se puedan separar de forma sencilla. Sin embargo, un tetrabrik se caracteriza por justo lo contrario. En este envase pueden unirse hasta seis láminas distintas: dos iniciales de plástico polietileno, una de aluminio, otra de polietileno, la más gruesa de cartón y una última exterior de polietileno. ¿Cómo volver a separar y reaprovechar cada uno de estos materiales cuando el envase llega a la basura? En Castellbisbal, a 20 kilómetros de Barcelona, una papelera del Grupo StoraEnso ha puesto en marcha una instalación capaz de resolver el rompecabezas. Viajamos hasta allí para verla.

Esta planta pionera en el mundo fue inaugurada de forma oficial hace unos días, pero la papelera donde está ubicada trabaja con tetrabriks desde hace cerca de 14 años. La empresa se dedica a fabricar cartón estucado y fue por entonces que empezaron a traer pequeñas cantidades de estos envases recuperados de la basura para reaprovechar la fibra. Ya desde el principio tuvieron que estrujarse el cerebro para adaptar la maquinaria al nuevo material y para conseguir que el cartón quedará limpio de plástico o metal (u otros residuos). “Nos decían que íbamos a hundir la empresa”, recuerda Juan Vila, director de StoraEnso Barcelona, que cuenta como cada vez que había un fallo en la planta lo operarios echaban la culpa a los tetrabriks. Aún así, en 2003 aceptaron una propuesta para quedarse con 30.000 toneladas al año de los envases de este tipo recuperados del cubo amarillo. “En la fábrica dijeron que estábamos locos”.

A pesar de las dificultades iniciales, en realidad, reciclar la capa de cartón del tetrabrik se puede hacer desde hace tiempo. Sin embargo, esta es solo una parte de este particular cubo de Rubik del reciclaje. En España, lo hace una planta en Rosselló (en Lleida) y la de aquí de Castellbisbal. Como detalla Vila, en ésta del Grupo StoraEnso ya reciclan hoy en día el cartón de 60.000 toneladas de tetrabriks al año, unos 3.000 camiones que vienen de toda España, pero también de Francia y de otros países donde no disponen de ninguna instalación que recicle este envase, como Portugal, Bélgica o Reino Unido. Para ello, los tetrabriks se trituran y se meten en un Pulper, que es una máquina grande de forma cilíndrica y con agua a 50ºC que funciona como un gigantesco tambor de lavadora. De ahí sale, por un lado una pasta de cartón (un 75% del peso del envase) y por otro una mezcla de pequeños trozos de polietileno (20%) y aluminio (5%). El cartón se reutiliza para volver a fabricar cartón, pero el problema es qué hacer con lo demás, con esa cuarta parte de conglomerado de plástico y metal. Muy a menudo su destino final es el vertedero.

La nueva instalación en Barcelona, bautizada como CLEAN, plantea una solución al rompecabezas completo. “Es una planta única en el mundo”, incide el director, que asegura que antes lo estuvieron intentando sin éxito en Brasil o en Finlandia. Aquí, la mezcla de polietileno y aluminio se envía a continuación a un reactor donde se somete a un proceso de pirólisis, calentándola a unos 500ºC en ausencia de oxígeno. El polietileno se descompone entonces en distintos gases (metano, butano, propano…) y queda separado el aluminio. Con esos gases se genera energía para la papelera y el aluminio sale por otro lado en forma de pequeño lingote de entre 700 y 900 gramos (ver la primera imagen).

La planta inaugurada está preparada para separar el plástico y el metal de un máximo de 30.000 toneladas de tetrabriks, de las que se saca entre el 10 y el 15% de las necesidades de vapor de la fábrica y unas mil toneladas de aluminio al año. Sin embargo, esto es la mitad de los camiones que llegan hoy a la fábrica, así pues, una parte importante de polietileno y aluminio sigue acabando en el vertedero. “Cuando diseñamos la instalación pensábamos que 30.000 sería lo máximo que llegaríamos a procesar, pero ha tardado tanto en ponerse en marcha que cuando hemos terminado ya se ha quedado pequeña”, comenta Vila, que asegura que hace unos años estuvieron a punto de darse por vencidos y dejar el proyecto.

El director de StoraEnso Barcelona en la nueva planta
La nueva instalación ha sido desarrollada por Palwaste Recycling, una sociedad creada por Alucha, empresa especializada en el desarrollo de reciclaje de residuos complejos, y la papelera StoraEnso Barcelona, que pertenece a su vez al grupo escandinavo StoraEnso. Curiosamente, esta multinacional proporciona a Tetra Pak la fibra virgen con la que se fabrican los tetrabriks que llegan luego como residuos a la planta de Castellbisbal. “Las fibras producidas en el norte vuelven a la empresa para que las resucitemos como cartón”, incide el director de StoraEnso Barcelona. Aún así, el círculo del reciclaje no acaba de cerrarse, pues las fibras de un tetrabrik pueden reciclarse, pero no para fabricar otra vez un tetrabrik.

Según detalla Vila, para conseguir la consistencia de estos envases de tan solo 30 gramos de peso la marca utiliza siempre fibra larga de pinos, abetos y abedules escandinavos. “Se podría fabricar un tetrabrik con cartón reciclado, pero entonces tendría que ser más grueso y habría que conseguir cumplir los requisitos para alimentación”, asegura este ingeniero, que afirma que esto también hace que, en contra de lo que se pensaba al principio en la fábrica, la fibra de estos envases sea de gran calidad. ¿Y se pueden utilizar los lingotes de aluminio reciclado con el sistema de Castellbisbal para fabricar otra vez un tetrabrik? “Esa es una de mis metas de futuro”.

Las dificultades para resolver este puzle del reciclaje no son solo técnicas, sino también económicas. De poco sirve poner todas las piezas si no resulta rentable. En este caso, el interés económico de esta instalación que ha costado cerca de 9 millones de euros viene por varios conceptos: el ahorro que se consigue por la obtención de energía propia para la fábrica, lo que se deja de pagar en vertedero (entre 40-60 euros la tonelada vertida) y lo que se saca por la venta de los lingotes de aluminio (entre 700 y 1.000 euros la tonelada). El director de la planta no dice lo que pagan ellos por los tetrabriks de la basura, pero sí reconoce que es menos de lo que cuesta el papel de periódico usado (unos 180 euros la tonelada) o el papel recuperado del contenedor azul (entre 100 y 120 euros la tonelada).

Aunque la nueva instalación fue inaugurada a comienzos de este mes, las máquinas llevan funcionando cerca de un año. Eso sí, mucho ha cambiado todo desde entonces. Se ha cambiado el programa de temperaturas, el tiempo, válvulas, tuberías, incluso el software… “Lo más difícil ha sido que cuando teníamos un problema no podíamos recurrir a nadie, debíamos resolverlo nosotros mismo”, relata el ingeniero, que asegura que este mes ha sido el primero en el que han salido números positivos. Una de las cuestiones que queda pendiente de mejorar es la pureza de los lingotes de aluminio, pues algunos salen con un 10% de carbón. En cualquier caso, Vila tiene claro que esta tecnología tiene un valor para otras empresas. “Primero tenemos que llegar a un punto en el que podamos decir que todo funciona bien y que se puede replicar, y creo que esto ocurrirá en los próximos 12 meses”, afirma el director, a quién empiezan a encajar todas las piezas del rompecabezas.

El País 21/09/2011

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