Durante los últimos años, la esquina que forman los muelles 1 y 2 del Puerto de Málaga ha hecho derramar ríos de tinta, ha generado interminables polémicas e incluso motivó un espontáneo movimiento ciudadano de protesta articulado alrededor del manifiesto Salvemos el Puerto, hace ahora un año. Pero nada de esto ha servido para que los promotores de estas obras, la Sociedad Anónima Unión de Iniciativas Marina de la Farola, aporten algo de luz sobre lo que piensan realizar en este emblemático lugar. Sigue sin estar claro ni el volumen ni el diseño del edificio cultural allí previsto. Mientras crece la inquietud entre los impulsores del citado manifiesto, El Observador ha vuelto a comprobar la opaca política informativa que rodea a esta actuación.
LA Autoridad Portuaria se gasta 313.290 euros en contratar a una institución, Málagaport, que se encargue de la promoción y comunicación del Plan Especial del Puerto. Sin embargo, Málagaport no sabe, ni puede decir nada de las obras que se vienen desarrollando en el muelle 1. Si se pregunta algo como “¿Qué edificio se construirá en la llamada esquina de oro del Puerto?” Málagaport deja esta respuesta en manos de la empresa concesionaria de estas obras, la Sociedad Anónima Unión de Iniciativas Marina de la Farola. Y estos promotores privados dan la callada por respuesta.
LA semana pasada varios de los impulsores del manifiesto Salvemos el Puerto se pusieron en contacto con esta revista para expresar la inquietud que estaba generando el desarrollo de las obras tanto en el muelle 1 como en la esquina de oro, donde están en funcionamiento cuatro grandes grúas que hacen temer que el manifiesto quede en papel mojado. Especialmente en lo que se refiere a su primer y principal punto, el que afirma que bajo “el pretexto de un uso cultural, se van a defraudar las expectativas ciudadanas con la construcción de un edificio de considerables proporciones sobre la rasante del Paseo de la Farola-Paseo de los Curas, en vez del espacio bajo rasante previsto en el Plan Especial, y la construcción de un gran supermercado en ese lugar que altera las condiciones del Plan y del concurso para la explotación del muelle 1”.
No está de más recordar que en apenas una semana más de 300 ciudadanos suscribieron este manifiesto y que el pasado mes de julio de 2010 tanto la entonces delegada de la Junta de Andalucía, María Gámez (PSOE), como el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP) y el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Linde, realizaron declaraciones de respeto y acatamiento a lo que los ciudadanos habían expresado.
No obstante, olvidado ya este clamor, el misterio sigue rodeando a las obras. Ningún malagueño conoce cual será el aspecto final de esta actuación para la que ni siquiera se ha realizado una maqueta de exposición pública.
Tras ponerse en contacto telefónico con Marina de la Farola SA, El Observador remitió el pasado lunes por la mañana un correo a los promotores de las obras especificando varias cuestiones:
- “¿Por qué no se ha hecho pública una maqueta del edificio de la esquina del muelle 1?
- ¿Por qué no se ha hecho pública una maqueta del conjunto de las obras?
- ¿Se ha aprobado definitivamente el diseño de este edificio?
- ¿Será finalmente este edificio la sede de la Obra Social de Unicaja?
- ¿Se ha encontrado un "locomotora económica" que sustituya el supermercado planteado inicialmente?
- ¿Sobrepasarán finalmente, este edificio u otras estructuras del muelle 1, la rasante de la calle Marina de la Farola?
- ¿Cuándo se prevé que finalicen las obras?
- ¿Qué firmas y marcas comerciales han confirmado su presencia en el muelle 1?”
EL silencio de Iniciativas Marina de la Farola no por esperado deja de ser reprobable desde cualquier punto de vista. Tanto si se limita a este medio de comunicación, lo cual sería un evidente agravio comparativo, como si es generalizado, lo cual ilustraría el menosprecio a una ciudadanía que ya ha dejado claro en varias ocasiones que quiere y tiene el derecho a conocer cómo se define este paradigmático espacio público. Tanto es así que casi es mejor temer que estamos ante un ejemplo de indolencia y falta de profesionalidad, que ante un deliberado intento de ocultación de información pública.
Revista El Observador, 01/06/2011
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