jueves, 27 de mayo de 2010

El Guadalhorce, un gran pulmón verde en el olvido


Algo más de quinientas hectáreas era la superficie que la extinta Confederación Hidrográfica del Sur (CHS), entonces en manos del Gobierno central, pretendía que ocupara el llamado Parque Lineal del Guadalhorce una vez que terminara la obra de encauzamiento del río tras las graves inundaciones que sufrió la capital en noviembre del año 1989.


Pero como tantos otros, debe estar olvidado en el cajón de algún despacho porque casi veinte años después únicamente se le ha dado un lavado de cara al entorno de la desembocadura del río que poco tiene que ver con el gran pulmón verde que se diseñó en este lugar en su momento.

No era una idea aislada. El proyecto para aumentar la capacidad de desagüe del cauce a lo largo de nueve kilómetros de su parte baja con la construcción de dos brazos de evacuación, capaces de asumir un caudal de hasta 4.000 metros cúbicos por segundo y que estaba valorado en unos 30 millones de euros, se complementaba con el diseño de un gran parque en ambas márgenes del río Guadalhorce que entonces fue valorado en 5.645 millones de pesetas o, lo que es lo mismo, casi 34 millones de euros.

Los arquitectos Manuel Jaén, Salvador Moreno Peralta y José Manuel Torcello fueron los encargados de diseñar en el año 1993 esta ambiciosa iniciativa que fue adjudicada a la unión temporal de empresas (UTE) formada por Huarte, Pacsa y Ploder después de ganar el primer premio del concurso de proyecto y obra de la adecuación del curso bajo del Guadalhorce. La idea original era construir un gran espacio verde formado por una serie de parques de distintos tipo y con diversas instalaciones unidas por vías de servicio y senderos.

Además de las zonas de arboleda para caminar, montar a caballo o pasear en bicicleta, en la margen izquierda estaba previsto ubicar lo que los arquitectos denominaron el mirador del Guadalhorce, una zona de uso recreativo donde se combinaba una amplia variedad de chiringuitos con un muelle para actividades como la pesca o el piragüismo, incluso pistas para practicar la vela en la arena.

En ese mismo lado del cauce, aunque aguas arriba del río, también se contemplaba la formación de nuevas lagunas de agua dulce además de la restauración y ampliación de los humedales naturales ya existentes en la desembocadura. La margen derecha, en cambio, estaba reservada para la puesta en valor del yacimiento arqueológico de época fenicia del Cerro del Villar. Allí, el grupo de arquitectos ya diseñó un centro de interpretación sobre el paraje natural y un museo arqueológico. Pero también se alternaban establecimientos de restauración. En total, en toda la superficie del parque se distribuían una docena de chiringuitos en régimen de concesión con sus correspondientes aparcamientos para evitar la aglomeración de vehículos en un único punto.

Todo formaba una impresionante zona de esparcimiento con la que no contaba la ciudad y que tampoco hoy en día es una realidad porque de las dos partes del proyecto, la denominada base que preveía el encauzamiento de la parte baja del río en forma de 'y' y la otra llamada variante que contemplaba el gran parque fluvial, únicamente se llevó a cabo la primera con casi siete años de retraso.

De todo aquello, sólo se mantuvo el presupuesto previsto que se destinó para la obra de encauzamiento, un listado de posibles actividades deportivas en el cauce de aguas altas y la colina artificial del parque del Puente del Rey que, según criticaron en aquel momento los arquitectos, sacada del contexto general del proyecto era "injustificable".


Lo único que el Gobierno andaluz, como competente en la gestión de los espacios naturales protegidos, ha hecho en este tiempo ha sido adecuar y restaurar el entorno de las lagunas que conforman el espacio natural de la desembocadura del Guadalhorce.


Todo lo demás sigue parado y en el olvido.


Málaga Hoy, 30/01/2010


1 comentario:

  1. Pues es una lástima, más aún cuando al ciudad necesita urgentemente algún plan que reoxigene a los ciudadanos atrapados entre tanto ladrillo. Precisamente la reforestación de esa zona evitaría inhundaciones como la del 89 y permetiría una mayor absorción de aguas subterraneas que tantos quebraderos de cabeza dan a los promotores del Martín Carpena.

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