No sólo Vivaldi es capaz de convertir el otoño en una estación inolvidable. El jardín botánico de La Concepción ofrece rincones otoñales que hacen olvidar la exuberancia de la primavera, y eso que, este 2008, el otoño se está retrasando. "En Málaga el otoño entra tarde y este año hay cierto retraso, pero no se pueden sacar conclusiones en relación con el cambio climático", explica Amelia Denis, del equipo de botánicas de La Concepción.
Lo que sí es cierto es que esos paisajes otoñales del Canadá, con arces de color rojo intenso aquí no se encuentran, primero porque en Málaga no se da este tipo de árboles, y segundo porque la hoja adquiere ese tono rojo cuando baja de los cero grados.
Pero que nadie se sienta decepcionado. "Los plátanos son lo más espectacular del otoño", cuenta Belén Verdú, otra botánica del jardín. La cuesta de entrada a la finca, jalonada por plátanos como catedrales, está recubierta por una bóveda vegetal amarilla que el mes que viene alcanzará un tono dorado esplendoroso; una cualidad que le otorgó el honor de ser la primera ´planta del mes´, una bonita distinción que comenzó en diciembre de 2005.
Desde las alturas de La Concepción puede verse este intenso trazo amarillo irrumpiendo con fuerza en el verde del jardín histórico. Un verde, por cierto, que ofrece mil tonos pero que nunca cambia de color, por ser el jardín histórico subtropical y casi todo de hoja perenne.
"Cambia muy poco durante todo el año, pero por otro lado es una ventaja porque ahora mismo hay jardines en Europa que da pena verlos", comenta Amelia Denis, que cuenta que estos días de aguaceros ha sido espectacular disfrutar de algo tan simple como ver la lluvia filtrándose y las hojas brillando.
Dorados cálidos. A pesar del retraso de la estación, comienzan a despuntar, ´alicaídas´, las hojas de los fresnos y los olmos, exhibiendo unos dorados ´cálidos´ muy bonitos. Los olmos, por otra parte, se dan tan bien en esta finca municipal que hay que arrancarlos "cuando crecen donde no deben", comentan las dos botánicas.
Un árbol que estos días otoñales está en plena forma, con pocas hojas y muchas flores, es la chorisia insignis, que tiene un ´competidor´ en el precioso ejemplar de los jardines del Puerto, conocido como el ´barrilito´ por su tronco henchido de orgullo vegetal. La chorisia insignis de La Concepción, menos ampulosa, todavía zarandea en el aire unas flores amarillas de gran belleza.
Muy cerca de este ejemplar, en la zona conocida como el ´mapamundi de palmeras´, el jardín botánico de La Concepción demuestra que no todo en el otoño son paraguas y hojas secas. Aparte de flores, como las de la chorisia, es la época de la fructificación, una característica de la que tampoco se libran las palmeras. El sabal, una palmera elegantísima de la República Dominicana, exhibe casi a ras de suelo unos racimos abundantes.
Pero si hay que buscar una palmera ´de exposición´, el visitante no puede irse de este vergel sin ver, aunque se a de refilón, la ´Trithinax´, que con ese nombre con ecos de ´compuesto explosivo´, en realidad nomina a una palmera sudamericana que, durante 15 días (por estas fechas de noviembre) florece de forma espectacular, obsequiando a la concurrencia con unos racimos amarillos que dejan en vilo hasta a las abejas que se agolpan alrededor. Y como hablamos de palmeras, una buena noticia: hasta la fecha el ´malvado´ picudo rojo no ha llegado a La Concepción.
El Parque de Málaga nos ha acostumbrado a un árbol que las botánicas prefieren denominar con el nombre malagueño: el almencino. El ejemplar centenario que monta guardia junto a la oficina del gerente del jardín botánico ya está listo para adquirir un tono amarillo oro, antes de que sus hojas caigan desde gran altura. "Los almencinos del Parque han ido muy bien", informa Belén Verdú.
Por la nueva ´ruta forestal´, inaugurada la pasada primavera, se extiende un mar de pinos, acebuches y algarrobos. Un camino de altura desde el que se disfruta de los Montes de Málaga y vistas incomparables del jardín botánico. A lo lejos, sólo enturbia el paisaje el atropellado urbanismo malagueño. A lo largo de este camino, que a pie y sin prisas puede durar dos horas, puede verse el gran embalse de agua de la finca, que luego sube por un motor hasta lo más alto y baja convertida en cascadas, objeto de decenas de fotografías. Antes de alcanzar el famoso mirador de La Concepción, en una nueva zona las botánicas han plantado la colección de cactus donada recientemente por un alemán.
Desde el mirador, aparte de la vista de Málaga, pueden verse los tonos otoñales de los limoneros originales de los Loring, los primitivos dueños de la finca; de hecho, el jardín botánico todavía conserva el papel de seda con el que se envolvía esta mercancía. En el jardín histórico, el cenador de las glicinias parece aguardar la tregua de estos meses de lluvia y hojas secas para sorprender a todos, un año más, con el espectáculo de su floración. Otoño es una estación de espera. En La Concepción, una espera repleta de colores.
Alfonso Vázquez, La Opinión de Málaga, 09/11/2008
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