domingo, 6 de abril de 2008

Málaga florece por los cinco sentidos


La primavera es el momento cumbre de los jardines de Málaga, que albergan abundantes ejemplos de la vegetación de América del Sur, Asia y Europa.

Muchos de ellos están ahora en flor, lo que supone toda una oportunidad de disfrutarlos con todos los sentidos: la vista, por la riqueza de colores y formas. El olfato, en las fragancias que desprenden. El tacto de sus hojas y pétalos. El oído, en el rumor de las fuentes y los pájaros, e incluso el gusto, ya que algunas de las plantas que se observarán en el camino sirven de condimento en las comidas.


Aunque existen infinidad de rutas posibles, una propuesta de rincones pintorescos podría abordar la visita a la pérgola de glicinias del jardín de la Concepción; los cipreses de los pantanos, en el Parque; los jardines de Pedro Luis Alonso y sus avenidas de naranjos cargados de azahar, y la cúpula de ficus de los jardines de Picasso. Si es alérgico, ármense con algún antihistamínico (para que el polen no empañe la jornada) y prepárese para vivir la Naturaleza sin necesidad de salir de la capital.


LA CONCEPCIÓN

La pérgola de flores

La efímera belleza de la glicinia


Desde la entrada de La Concepción, siguiendo la vereda, se accede a la antigua mansión. En un lateral, las formaciones de glicinias han devorado literalmente el gran cenador de forja. Incluso en algunos puntos es la planta la que sostiene los hierros y no al revés. Ahora la marea azul se encarama a un ficus y un ciprés cercanos.


El perfume de esta flor es difícil de describir, entre picante y seco. Incluso antes de llegar ya acompaña al visitante, cada vez que una racha de viento sacude los pétalos. Su color es como el del cielo limpio de Málaga en primavera, con la neblina de la humedad en el ambiente.


Muy cerca, los bancos frente a la casona son la butaca ideal para sentarse a observar como el viento levanta las semillas del plátano de Indias, que vuelan por el aire como copos de nieve verde, y el sonido de las ramas al agitarse se mezcla con el canto de los pájaros, en un espectáculo natural único a apenas dos kilómetros del Centro de la capital.



EL PARQUE

Los cipreses de los pantanos

Luz difusa y reflejos en el agua


Otro rincón de gran atractivo en primavera es la plazoleta en torno a la lámina de agua circular, en el centro del Parque de Málaga. Está rodeada de Cipreses de los Pantanos (Taxodium) un árbol sudamericano, de forma llorona y sombra difusa, que aporta una luz y un ambiente único.


Una vez allí, conviene recorrer el paseo de España, en el lateral sur (junto al paseo de los Curas), un verdadero museo de plantas traídas de medio mundo. La sombra de las palmeras de Bismark y Cariotas, las estrelicias (aves del paraíso) gigantes y los plátanos de Indias, contrasta con el colorido del azahar de la India y el jazmín del Paraguay, con sus flores blancas y violetas de sutil perfume. Algunos de los ejemplares más vistosos están junto a la plaza de la Ninfa de la Caracola.



JARDINES DE PEDRO LUIS ALONSO

El perfume del azahar

Como en una huerta de naranjos en flor



Hablar de los jardines de Pedro Luis Alonso es hacerlo de la flor del Valle del Guadalhorce, de las tardes en las huertas de naranjos y, en definitiva, de los colores y olores de la primavera malagueña más genuina.


El aire que sopla estos días trae hasta el caminante el perfume de la flor en suaves oleadas, entre el verde de las hojas y el naranja de las cachorreñas que ya aparecen aquí y allá. Por si fuera poco, también está el telón de fondo de la Alcazaba y la vegetación que se abre a sus faldas.


Precisamente, no lejos de los jardines, junto a la boca del túnel, se puede ver a la eritrina con su particular flor naranja, en ramilletes similares a los del aloe. Es uno de los pocos ejemplares que hay en la capital.


JARDINES DE PICASSO

Un remanso en plena urbe

Descansar bajo la bóveda de Picus


Los jardines de Picasso, en la prolongación de la Alameda, guardan uno de los bosquetes de ficus más imponentes de la ciudad. Los más cercanos a la enroscada escultura de Berrocal forman una peculiar bóveda verde. El final del camino es una parada para disfrutar de la sombra de viejos árboles, sentado en algún banco, bajo la sintonía de los mirlos y las cotorras y el olor de un cercano azahar de China (Pitosporo).


Una vez allí, no se puede perder una visita a los parques que salpican la avenida de Andalucía para recrearse frente a cualquiera de sus ejemplares de Bauhinia variegata, o árbol de las orquídeas, que ahora aparecen en todo su esplendor, cargados con miles de sus espectaculares flores de color rosa púrpura.


Diario Sur, 06/04/08


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