“Les invitamos a todos a que vengan a esta zona y vean con sus propios ojos lo irreparable de esta brecha abierta en el territorio. Las imágenes muestran tan solo parcialmente esta agonía. Vivirla es ir muriendo poco a poco”.
Marina Garzón Montoya describe en esta Carta al Director de la revista El Observador la destrucción que las máquinas de Sacyr Vallehermoso están causando en bosques de olivos centenarios, encinas, ríos de los Montes de Málaga. “Tanto desatino es imposible de entender. Esta es la política de freno al cambio climático, para evitar la erosión y la desertización. ¿Qué proponen nuestros gestores políticos? Más erosión, más desertización, menos agua... “.
La barrera de protección natural ante posibles catástrofes en la ciudad de Málaga ya ha sido desvastada. Políticos y empresarios han dictado su sentencia contra los Montes de Málaga. No era suficiente para ellos la destrucción del litoral, ahora, con el litoral agotado, la destrucción se extiende al interior de la provincia.
Las máquinas de Sacyr Vallehermoso han arrasado, con prisas (que ya sabemos a qué conducen), bosques de olivos centenarios, encinas, olivos, ríos...
La autopista de peaje Pedrizas-Málaga da dinero, mucho dinero; y éste bien merece tanta muerte irreparable en nombre del “bien común” (como me decía Enrique Salvo Tierra). Y, efectivamente, la brecha en el territorio ya es irreparable. Lo que era monte poblado de bosque mediterráneo, ahora son taludes de tierra suelta, descarnada de su capa vegetal, de vida. El río Cauche ya no corre, pues la empresa necesita agua, mucha agua (según sus propios datos 3 litros cada segundo, pero sospechamos que más) y ya sabemos que el agua no nos sobra precisamente. Han construido una balsa para proveerse del agua del río, del agua de todos que ahora es de ellos. ¿Qué sucederá este verano? ¿Nos beberemos el dinero? Los pozos empiezan a secarse.
El desprecio por la gente y la naturaleza es tan evidente, el abuso de poder tan visible que hiere. Entran donde quieren, hacen lo que quieren con las personas, la fauna, el río, el territorio. Es una invasión en todos los sentidos, tenemos la sensación de ser huéspedes incómodos de un territorio prestado, a los que les ha llegado una orden de desalojo. Pero esta herida no tardaremos, tal y como están las cosas, en sufrirla todos.
Esta es la política de freno al cambio climático, para evitar la erosión y la desertización que proponen nuestros gestores políticos: más erosión, más desertización, menos agua... Nos hemos convertido todos en recursos productivos y la vida lleva las de perder en esta carrera del dinero.
La ley, tan estricta con el ciudadano, se pone una venda en los ojos. El informe de impacto medioambiental que obliga a tomar una serie de medidas de precaución en la construcción de esta barbaridad, es escamoteado por la empresa Sacyr Vallehermoso y su cohorte de subcontratas, como si esta ley fuese un mero trámite burocrático. Se advierte en la declaración definitiva de impacto medioambiental de que no se ubiquen vertederos en el valle de Arroyo Cauche, pero ellos vierten los excedentes de tierra donde les da la gana. Está prohibido arrancar encinas que llevan cientos de años aquí, pero las arrancan, aunque han dejado algunas emblemáticas. Los olivos arrancados los trasplantan, sin embargo fuera de tiempo y, mucho nos tememos que, después del trauma, con pocas posibilidades de vida. El agua, un bien de todos, se ha convertido en su patrimonio.
El director de medioambiente, nombrado por el Ministerio de Fomento: Don Santiago Hernández, director del parque de Monfragüe en Extremadura, viene una vez cada quince días a dar “un tirón de orejas” a la empresa y vuelve a irse. En quince días las máquinas convierten montes en eriales, los taludes de tierra se multiplican, el paisaje, antes verde, del bosque mediterráneo, en una desolación gris blanquecina y polvorienta.
Tanto desatino es imposible de entender y, mucho menos, de asimilar. Parece que esta es la única salida que encuentra el Gobierno para paliar la temida crisis económica: más infraestructuras, más destrozos. Hay proyectada otra barbaridad similar en la Serranía de Ronda, sirva esta experiencia como aviso. Les invitamos a todos a que vengan a esta zona y vean con sus propios ojos lo irreparable de esta brecha abierta en el territorio. Las imágenes muestran tan solo parcialmente esta agonía. Vivirla es ir muriendo poco a poco.
Ya que nuestras voces no han conseguido detener esta tropelía, queremos denunciarla. La justicia y el Gobierno español le han dado su bendición. En un momento en el que muchos países europeos, incluido España, han dado la voz de alarma ante un modelo insostenible y han decidido frenar las grandes infraestructuras; España sigue con su política desarrollista de devastación. Queremos denunciar a la prensa extranjera el doble discurso que llevan a cabo nuestros políticos. Una cosa es lo que dicen, otra lo que hacen. Las fotos viajarán por toda Europa, venderemos así la imagen de otra España que no es la de los folletos turísticos.
Aunque suelo apoyar muchas de sus teorias, la experiencia me dice que en este caso no han estado acertados. La autopista de las Pedrizas era muy necesaria. Para lo que viajamos constantemente, ahora nos evitamos atascos, accidentes, frenazos innecesarios...vamos que he ganado en tiempo y sobre todo en seguridad. Quizá el error estaba en la construcción de la A 45, que es un peligro!!. Un cordial saludo
ResponderEliminarBuenos días. Pienso que es un acierto este proyecto. Soy usuario y estoy encantado. Sin atascos y rápida. Hemos ganado en seguridad. Saludos. Málaga sigue creciendo.
ResponderEliminarAdemás del impacto medioambiental, al ser de Peaje AP-46, no les ha salido rentable.
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